La próxima frontera: el desarrollo humano y el antropoceno. Trabajar con y no contra la naturaleza

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La edición del 30.º aniversario del Informe sobre Desarrollo Humano se titula La próxima frontera: el desarrollo humano y el antropoceno y sostiene que es hora de rediseñar los caminos hacia el progreso teniendo plenamente en cuenta las peligrosas presiones que los humanos ejercen sobre el planeta. El informe introduce una nueva lente en su Índice de Desarrollo Humano (IDH), que muestra cómo cambiaría el desarrollo global si el bienestar, tanto de las personas como del planeta, fuera fundamental para definir el progreso de la humanidad.

 

Producido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el informe incluye un nuevo índice experimental sobre el progreso humano que tiene en cuenta las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países. El documento está basado ampliamente en el pensamiento de resiliencia, la gestión de la biosfera y por qué tenemos que dejar de considerar la naturaleza y el medioambiente como aspectos separados de la sociedad.

 

La próxima frontera para el desarrollo humano requerirá trabajar con y no contra la naturaleza, mientras se transforman las normas sociales, los valores y los incentivos gubernamentales y financieros, argumenta el informe.

 

Al ajustar el IDH, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de una nación, para incluir dos elementos más: las emisiones de dióxido de carbono de un país y su huella material, el índice muestra cómo cambiaría el panorama del desarrollo global si tanto el bienestar de las personas y también el del planeta fuera fundamental para definir el progreso de la humanidad.

 

Con el HDI ajustado a las presiones planetarias, o PHDI, surge una nueva imagen global, que dibuja una evaluación menos optimista pero más clara del progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, lo que refleja su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material.

 

Y, sin embargo, los combustibles fósiles todavía reciben subsidios: el coste total para las sociedades de las subvenciones financiadas con fondos públicos para los combustibles fósiles, incluidos los costes indirectos, se estima en más de 5 billones de dólares al año, o el 6,5 % del PIB mundial, según las cifras citadas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

La reforestación y el mejor cuidado de los bosques por sí solos podría representar aproximadamente una cuarta parte de las acciones que debemos adoptar con antelación a 2030 para evitar que el calentamiento global supere los dos grados centígrados de los niveles preindustriales.

Desmantelando los grandes desequilibrios

La forma en que las personas experimentan las presiones planetarias está ligada a cómo funcionan las sociedades, según Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD y autor principal del informe.

 

Hoy en día, las sociedades rotas están poniendo a las personas y al planeta en el rumbo hacia la colisión. Las desigualdades dentro y entre países, con profundas raíces en el colonialismo y el racismo, se traducen en que las personas que tienen más captan los beneficios de la naturaleza y exportan los costes, subraya el informe. Esto destruye las oportunidades para las personas que tienen menos y minimiza su capacidad para hacer algo al respecto.

 

Según el informe, aliviar las presiones planetarias de una manera que permita a todas las personas prosperar en esta nueva era requiere desmantelar los grandes desequilibrios de poder y oportunidades que se interponen en el camino de la transformación. «La próxima frontera para el desarrollo humano no se trata de elegir entre personas o árboles; se trata de reconocer, hoy, que el progreso humano impulsado por un crecimiento desigual e intensivo en carbono ha seguido su curso», dice Conceição.

 

Leer más en Stockholm Resilience Center y UNDP

 

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