La mayor presión existente sobre los recursos naturales a nivel mundial se muestra a través de la degradación de la tierra —lo que se ha traducido en la reducción de la productividad del área terrestre mundial en un 23 %—, la disminución de la biodiversidad (alrededor de un millón de especies de animales y plantas están en riesgo de extinción) y el cambio climático global.
En respuesta al reconocimiento de que estos desafíos deben ser abordados, son crecientes las expectativas de los actores sociales de disponer de una mejor contabilidad ambiental y presentación de informes por parte no solo de gobiernos, sino también de empresas, que son consideradas cada vez más como actores clave en la gobernanza ambiental descentralizada moderna. Consumidores e inversores se han unido a los reguladores, supervisores y otros grupos de interés para buscar garantías de que tanto gobiernos como empresas están operando de manera sostenible.
El sector forestal tiene el potencial de exacerbar o mitigar estos desafíos globales, en función de cómo realice la gestión del territorio. Los impactos ambientales y sociales de una gestión forestal insostenible son bien conocidos, por lo que una gestión adecuada puede mejorar los resultados ambientales y proporcionar vías para mejorar los medios de vida de las comunidades rurales y regionales.
En el contexto global, las masas forestales cubren alrededor de un 31 % del total de la superficie terrestre de la Tierra.
En el caso de la Unión Europea, un 39 % del territorio está cubierto por bosques. Y, en concreto, los países de la región Sudoe contribuyen con 18,4 millones de hectáreas, en el caso de España (equivale al 36,7 % de la superficie española), 17 millones de ha en el caso de Francia —31 % del total—, y 3,2 millones de ha, en el caso de Portugal (aproximadamente, un 34,4 % del territorio portugués).
Con el fin de favorecer decisiones fundamentadas y basadas en la ciencia por parte de responsables políticos y profesionales con responsabilidad en la gestión del territorio, los socios del proyecto Interreg COMFOR SUDOE están desarrollando diversas acciones, entre las que se cuenta la creación de un grupo de trabajo sobre capital natural y el sector forestal. El propósito general de este grupo de trabajo es impulsar el conocimiento sobre el enfoque, evaluación y contabilidad del capital natural de los ecosistemas forestales entre actores de la región Sudoe para favorecer una gestión sostenible del territorio.
La silvicultura depende fundamentalmente de recursos naturales como el aire limpio, el agua, los suelos y la biodiversidad para generar beneficios económicos y sociales, y el acceso a estos recursos se ve amenazado por desafíos como la pérdida y el declive de la naturaleza y los ecosistemas y el cambio climático. Para abordar las expectativas de la sociedad, la industria debe enfrentar el reto de contabilizar e informar sobre sus impactos y dependencias, así como sobre los beneficios de forma clara y transparente.
El término ‘capital natural’ conceptualiza la naturaleza como un conjunto de recursos renovables como el aire limpio, el agua, el suelo, la fauna y la flora, así como recursos no renovables como los minerales, los metales y los combustibles fósiles.
Estos activos de capital natural producen flujos de servicios ecosistémicos que tienen valor porque benefician a la sociedad. Algunos servicios de los ecosistemas (como el aire limpio) nos benefician directamente, pero a menudo se combinan con otras formas de capital (por ejemplo, el capital humano o el capital manufacturado) en la economía para producir bienes y servicios económicos tradicionales.