La revisión se basa en la bibliografía mundial, pero también aborda el potencial y las limitaciones de la agricultura de conservación para los sistemas agrícolas minifundistas de baja productividad, especialmente en el África subsahariana y el sur de Asia. Hay pruebas claras de que la materia orgánica de la capa superficial del suelo aumenta con la agricultura de conservación y, con ella, otras propiedades y procesos del suelo que reducen la erosión y la escorrentía y aumentan la calidad del agua. Los efectos sobre otros servicios ecosistémicos no están tan claros.
Solo la mitad de los más de 100 estudios que comparan el secuestro de carbono en el suelo con la siembra directa y la labranza convencional indican un aumento del secuestro con la siembra directa; y ello, a pesar de las continuas afirmaciones de que la agricultura de conservación secuestra el carbono del suelo. Lo mismo puede decirse de otros servicios ecosistémicos. Algunos estudios señalan que la agricultura de conservación emite más gases de efecto invernadero (óxido nitroso y metano) que la agricultura convencional, mientras que otros indican que las emisiones son menores.
La retención de la humedad del suelo puede ser mayor con la agricultura de conservación, lo que se traduce en rendimientos más elevados y estables durante las estaciones secas, pero se desconocen las cantidades de residuos y los niveles de materia orgánica del suelo necesarios para alcanzar un mayor contenido de humedad en el suelo. La biodiversidad es mayor en la AC que en las prácticas convencionales. En general, esta mayor diversidad puede relacionarse con un aumento de los servicios ecosistémicos, como el control de plagas o la polinización, pero hay pocas pruebas sólidas de causa y efecto o buenas estimaciones de la magnitud del impacto, y estos efectos no son coherentes.
La prestación de servicios ecosistémicos con la agricultura de conservación variará en función del clima, los suelos y las rotaciones de cultivos, pero no se dispone de información suficiente para respaldar una comprensión predictiva de los casos en los que la agricultura de conservación da lugar a una mejor prestación de servicios ecosistémicos en comparación con las prácticas convencionales.
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