Imagen: por David Wirzba en Unsplash.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ha publicado a principios de agosto su informe especial Climate Change and Land (El cambio climático y la tierra), que trata sobre la desertificación, la degradación de la tierra, la gestión sostenible de la tierra en relación con la adaptación y la mitigación al cambio climático, la seguridad alimentaria y los flujos de gases de efecto invernadero (GEI) en los ecosistemas terrestres.
El documento es el segundo informe de los tres especiales que el IPCC se ha comprometido a elaborar durante el sexto ciclo de evaluación, teniendo en cuenta las propuestas de gobiernos y organizaciones observadoras. Entre sus mensajes clave, cabe desatacar:
- La tierra proporciona la base principal para el sustento y el bienestar humanos, entre los que se incluyen el suministro de alimentos, agua dulce y muchos otros servicios ecosistémicos, como la biodiversidad El uso humano de la tierra afecta directamente a más del 70 % (probablemente a entre un 69 y un 76 %) de la superficie terrestre mundial libre de hielo Asimismo, la tierra también juega un papel importante en el sistema climático.
- En la actualidad, las personas utilizan entre un cuarto y un tercio del potencial primario neto de la tierra para producir alimentos, piensos, fibra, madera y energía. La tierra proporciona la base para muchas otras funciones y servicios ecosistémicos, incluidos los servicios culturales y reguladores, que son esenciales para la humanidad. Mediante un enfoque económico, el valor de los servicios ecosistémicos terrestres del mundo ha sido calculado y equivale aproximadamente al Producto Interior Bruto anual.
- La tierra es tanto fuente como un sumidero de GEI y desempeña un papel clave en el intercambio de energía, agua y aerosoles entre la superficie terrestre y la atmósfera. Los ecosistemas y la biodiversidad terrestres son vulnerables al cambio climático en curso y a los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en diferentes grados. La gestión sostenible de la tierra puede contribuir a reducir los impactos negativos de múltiples factores estresantes, incluido el cambio climático, en los ecosistemas y las sociedades.
- Los datos disponibles desde 1961 muestran que el crecimiento poblacional y los cambios en el consumo per cápita de alimentos, fibras, madera y energía han producido tasas sin precedentes del uso de la tierra y el agua dulce. En concreto, la agricultura representa un 70 % del uso global de agua dulce.
- El suministro per cápita de aceites vegetales y carne se ha más que duplicado y el aprovisionamiento de calorías alimentarias per cápita ha aumentado en aproximadamente un tercio desde 1961. Actualmente, el 25-30 % del total de alimentos producidos se pierde o se desperdicia. Estos factores están asociados con emisiones adicionales de GEI. Los cambios en los patrones de consumo han contribuido a que alrededor de 2000 millones de adultos tengan sobrepeso u obesidad, mientras que se estima que 821 millones de personas aún sufren desnutrición.
- Alrededor de una cuarta parte de la superficie terrestre libre de hielo de la Tierra es debida a la degradación provocada por el hombre. Actualmente, se estima que la erosión de los suelos agrícolas es entre 10-20 (sin labranza) y 100 veces (labranza convencional) superior que la tasa de formación del suelo. El cambio climático exacerba la degradación de la tierra, particularmente en áreas costeras bajas, deltas de ríos, tierras secas y en áreas de permafrost.
- La agricultura, la selvicultura y otras actividades vinculadas a los usos del suelo (LULUCF) suponen un 23 % del conjunto de GEI que calientan el planeta. Si se suman las emisiones asociadas con la pre y posproducción de alimentos, la cifra podría alcanzar el 37 %.
- Desde el periodo preindustrial, la temperatura del aire en la superficie terrestre ha aumentado casi el doble de la temperatura media global. El cambio climático, incluyendo el aumento en la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos, ha afectado negativamente a la seguridad alimentaria y los ecosistemas terrestres y ha contribuido a la desertificación y la degradación de la tierra en muchas regiones.
- Los cambios en las condiciones de la tierra, ya sea por el uso de la tierra o el cambio climático, afectan a nivel global y local y con diferentes intensidades. El cambio climático aumenta los riesgos sobre la biodiversidad, la salud humana, el ecosistema y los sistemas alimentarios.
- La gestión sostenible de la tierra es clave en la adaptación y mitigación del cambio climático, sin embargo, existen algunas barreras para la adaptación y límites en su contribución a la globalización.
- El nivel de riesgo que representa el cambio climático depende tanto del nivel de calentamiento como de la evolución de los patrones poblacionales y de gestión del consumo, la producción, el desarrollo tecnológico y la tierra. Los escenarios con mayor demanda de alimentos, piensos y agua; más intensivos en consumo y producción de recursos y con mejoras tecnológicas más limitadas para el rendimiento de los cultivos derivan en mayores riesgos por escasez de agua, tierras secas, degradación de la tierra e inseguridad alimentaria.
Recomendaciones
Es necesario implantar políticas que permitan una gestión más sostenible del uso de la tierra, que garanticen la seguridad alimentaria y sean de bajas en emisiones. Para ello, los expertos del IPCC recomiendan medidas como la mejora de la gestión forestal y el manejo del carbono orgánico del suelo; conservar y restaurar los ecosistemas y suelos degradados, así como su biodiversidad; reducir la deforestación; gestionar los riesgos de desastres; impulsar cambios en la dieta (fomento de la dieta equilibrada y más basada en alimentos de origen vegetal; sistemas sostenibles de producción de alimentos; impulso de la diversificación de los sistemas alimentarios y reducción del desperdicio alimentario, entre otros.).
Cada medida dependerá del área geográfica y el contexto y su alcance podrá ser a mayor o menor corto plazo, en function de las características de cada zona de aplicación. Pero abordar estos desafíos siempre debe pasar por desarrollar respuestas a largo plazo que permitan la adaptación al cambio climático y la mitigación del calentamiento global. Solo políticas que integren conjuntamente el cambio climático y los usos del suelo de forma coherente ahorrarán recursos y contribuirán a una mayor resiliencia social.
Entre las acciones recomendadas para fortalecer la adaptación, mitigación y resiliencia al cambio climático, el también se refiere a la necesidad de habilitar mecanismos financieros, aumentar la disponibilidad y la calidad de los datos relacionados con los riesgos ambientales y mejorar la gestión de dichos riesgos ambientales.
Fuente: IPCC.
No Comments