Javier Garayoa (izquierda), director general de Spainsif, y Fernando Gómez-Bezares, doctor en CC. Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto.
¿Es rentable invertir en tecnologías de la información verdes? ¿Cuándo comienzan a verse los resultados? ¿Cómo deben las empresas gestionar adecuadamente que sus inversiones en TIC sean, al menos a corto plazo, negativas para sus resultados financieros? La respuesta a estar preguntas la encontramos durante la jornada «Impacto de la responsabilidad medioambiental de las empresas en sus resultados financieros», organizada a finales de mes por Spainsif.
Durante el evento, presentado por Javier Garayoa, director general de Spainsif, se presentó un estudio de Fernando Gómez-Bezares, doctor en CC. Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto, publicado junto a Wojciech y Justyna Przychodzen sobre el impacto de las tecnologías de la información en los resultados financieros de las empresas alemanas y en su cotización en bolsa.
Se trata de Green information technologies practices and financial performance—The empirical evidence from German publicly traded companies, publicado en Journal of Cleaner Production.
¿Por qué las empresas no están informando de estas conclusiones a sus stakeholders? Según Gómez-Bezares, puede estar dándose una posible ineficiencia en el mercado en materia de información no financiera que evita que se descuente el impacto de la inversión en TIC verdes. Esto es porque las empresas tienen en cuenta los resultados a medio plazo y solo se preocupan por el resultado del año del año siguiente.
La información que proporcionan las compañías es cortoplacista e incompleta, pero en el marco del reporte no financiero pueden encontrar numerosos ejemplos sobre cómo comunicar eficazmente, de manera creíble, verificable y con buenos resultados. Si las empresas comunicaran más transparentemente la información ligada a sus inversiones en TIC, los mercados evolucionarían más rápidamente.
Fernando Gómez-Bezares, doctor en CC. Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto
Según el también en la que catedrático de Finanzas, y doctor honoris causa por la Universidad del Salvador de Buenos Aires, explicó que el surgimiento del informe se debe a que, aunque las TIC han experimentado un gran desarrollo en los últimos años, su impacto financiero no ha sido muy estudiado hasta el momento.
Gómez-Bezares explicó que la apuesta por las TIC es una apuesta por el diseño e implementación de tecnologías que contribuyen a que los modelos de negocio sean más sostenibles. ¿La razón? Porque producen poco impacto, tanto sus sistemas de procesamiento de datos y las tecnologías de gestión que llevan asociadas, como sus cadenas de suministro.
«La inversión en tecnologías de la información verdes incrementa los costes y reduce tanto la rentabilidad sobre activos (ROA) como el valor en bolsa de las empresas el año que se realizan; pero ambos ratios aumentan significativamente a medio y largo plazo», destacó el catedrático. De hecho, los resultados mejoran al año siguiente, en ROA como en valor de mercado, y el fenómeno se repite a los dos años, incidió.
El profesor también defendió que «las inversiones en tecnología verde no solo son rentables y aumentan el valor bursátil de las compañías a medio y largo plazo, sino que las empresas líderes financieramente son más propensas a realizarlas». Es decir, se da una especie de círculo virtuoso: las empresas con mejores resultados invierten más en TIC y, al mismo tiempo, las que más invierten en TIC van mejor.
Entre los sectores más favorables a apostar por ellas, se cuentan el energético, la industria y los servicios públicos; mientras que otros como el financiero y el de la salud comienzan a mostrar interés.
Como ejemplo del impulso que estas tecnologías están experimentando en países del marco comunitario, Gómez-Bezares mencionó que, en tan solo una década (2007-2017), 162 de las mayores empresas alemanas pasaron de 196 prácticas de implementación de TIC verdes a 779.
El estudio demuestra que la inversión en TIC verdes se traduce en una mayor reputación entre los stakeholders, capacidad de innovación y de relación con mejores proveedores y clientes, retención de talento, además de la mencionada rentabilidad sobre los activos (ROA) y resultados positivos en bolsa.
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